El coaching no es solo fijar objetivos y hacer, lograr. Me encuentro con muchas mujeres que no quieren hacer más, que están cansadas de cumplir. Sienten que ya han hecho mucho. Se sienten perdidas, agotadas, tristes o deprimidas.
En estas situaciones, es importante abrir un espacio amoroso, arropador y tranquilo, un lugar donde una pueda sentirse bien, dejar a un lado las cargas del día a día y simplemente ser.
El problema más común que encuentro es que han puesto el piloto automático. Han vivido sin alinearse con lo que realmente desean y han silenciado esa vocecita interior que les decía que todo era posible, ese fuego que antes las impulsaba, esa visión hermosa de un futuro prometedor.
¿Dónde encontrar la energía para fijarse objetivos cuando estamos tan cansadas? La respuesta, muchas veces, es que lo mejor es limitar el esfuerzo al mínimo. No se trata de añadir más “hay que”, sino de ir reemplazando poco a poco las obligaciones por decisiones conscientes, y de recuperar energía reconectando con la propia esencia.
Este proceso requiere tiempo, autocaricias y la guía de un coach que sepa identificar los valores que mueven a cada persona. Desde allí, se podrá empezar a trazar el boceto de una nueva etapa: más luminosa, ligera y alegre.
Cuando una se encuentra en un vacío existencial, resulta muy difícil operar en el día a día. Pensar en el futuro se convierte en una montaña. Incluso podemos no querer hablar del futuro… ¡porque no le encontramos sentido!
Podrías preguntarte: ¿por qué esforzarse en tener claro el futuro? ¿Y si simplemente quiero dejar que la vida me guíe con sus respuestas? ¿Por qué tengo que decidir ahora?
El coaching no trata de fijar en papel, con firma al final, lo que queremos para nuestro futuro. Podemos iniciar un proceso de coaching precisamente porque no sabemos lo que queremos. Está bien no estar bien. Estar cansada y triste es válido. Pero si esa sensación se prolonga y no nos hace bien, entonces es importante actuar.
Me gusta usar la metáfora del pintor en plena crisis artística frente a la “página en blanco”: esa parálisis que impide siquiera esbozar un dibujo. Así es como nos sentimos cuando nuestra luz interior ha perdido brillo.
Como coach, acompaño a dibujar ese primer boceto, con trazos muy suaves al principio, conectando con los valores más profundos de cada persona. Ese boceto podrá ir cambiando: podemos hacer uno nuevo o empezar a colorearlo. Primero con acuarela ligera, y poco a poco con tonos más vivos.
Porque para salir de una crisis —ya sea artística o existencial—, siempre hace falta un boceto.
Comienza a diseñar tu futuro visitando mi página de coaching aquí: Coaching de vida transformacional para mujeres en transición. .

